PSICÓLOGO: FRENTE A LOS CONFLICTOS, LOS PACEÑOS ESTÁN ENTRE LA FRUSTRACIÓN Y LA RESIGNACIÓN

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La Paz, 12 de mayo (MC).- Los paceños y quienes habitan en la ciudad de La Paz han expandido su capacidad de resistencia y tolerancia a los conflictos sociales que a diario conmocionan a la sede de gobierno, como si se tratarán de una lluvia incontrolable o de un accidente. El psicólogo Gonzalo Huanca Soto hace un diagnóstico de urgencia de la salud mental de los paceños, ahora que no existe la posibilidad de acudir a un consultorio o a un centro médico. “Se debaten entre la frustración y la resignación”, diagnostica con afilada puntería.

Y aunque la conflictividad es una de las peculiaridades de La Paz, desde los orígenes de la república, los recientes conflictos de médicos, trabajadores, transportistas, maestros y salubristas han puesto a prueba el límite de esa capacidad y la paciencia que han demostrado para adaptarse a marchas, bloqueos, movilizaciones, disturbios, enfrentamientos, petardos y gases lacrimógenos.

RESISTENCIA AL ESTRÉS POR CAUSA AJENA

Cita, como ejemplo de la capacidad de resistencia de los paceños al estrés por causa ajena (a falta de un estudio de casos) lo que aconteció en Sucre durante el gobierno de Carlos Mesa. La capital fue cercada por mineros que convulsionaron la vida apacible de sus gentes. Ante la inseguridad y los efectos provocados por el asedio, los sucrenses no querían saber de la capitalía.

Ha sido la frecuencia, la rutina de los conflictos sociales y políticos en La Paz lo que ha hecho que sus habitantes se acomoden a las circunstancias. Según Huanca, “porque están fuera de su control, porque no los pueden evitar y menos resolver”. La adaptación: esa mezcla de frustración y resignación, implica mayor trabajo, levantarse más temprano para sortear algún bloqueo, postergar y, a veces, cerrar un negocio.

La valoración de la vida, de la salud, es otra de las cualidades de los paceños y habitantes de la Hoyada. Saben que siempre está latente la posibilidad de que el límite sea rebasado y las consecuencias generen violencia y muertes, como ha sucedido en tantas revueltas, recuerda el terapeuta, y trae a colación la respuesta de los vecinos de la zona Sur que ahora ya se rebelan contra los transportistas.

LA VIDA EN MANOS DE LOS MÉDICOS

Los resignados paceños pueden rebelarse contra cualquier sector social, incluso contra la COB, menos contra los médicos, porque están frente al poder del conocimiento que detentan, es decir, “todos sabemos que un día estaremos en sus manos”, explica Huanca Soto. Claro que hay un rechazo y una protesta silenciosa en la sociedad contra un grupo privilegiado que “no entiende razones, que utiliza al paciente como bandera”, sostiene y previene que tampoco se puede generalizar al conjunto de los galenos.

El grupo que dirige el movimiento tiene un discurso que retrata la formación de los médicos: admiten el diálogo y el debate del sistema de salud, pero con otros médicos, porque “sólo nosotros sabemos”.

Aprendieron a curar, no a escuchar. Y los pacientes no necesariamente buscan tecnología médica, fármacos inexistentes. Preferirían ser escuchados, que el médico se interesara y preocupara por su vida, por su alimentación.. Por la formación que los deshumaniza creen que no deben acercarse a los pacientes. Están convencidos de que, aproximándose a su realidad, crearán un vínculo que puede reflejarse en su rendimiento.

EL SISTEMA DEBE CAMBIAR

Así como la paciencia y resistencia de los paceños tienen un límite, también el sistema de salud tiene un límite: “debe cambiar”, enfatiza el terapeuta. La población sabe que puede acceder a la medicina alternativa, cuando la convencional no funciona. La medicina tradicional es una de ellas y forma parte de la cultura de los bolivianos; la investigación, a través de la Internet, puede permitir, igualmente, el acceso a formas de curación, recomienda Gonzalo Huanca.